Santo, santo, santo es el Señor, Dios todopoderoso.
Tú eres santo, que habitas entre las alabanzas de Israel.
No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás parado es tierra santa…Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tenía temor de mirar a Dios.
¿A quién, pues, me haréis semejante para que yo sea su igual?–dice el Santo.
Yo soy el Señor tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. Yo, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay salvador.
Así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: sed santos, porque Yo soy santo.
¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijo: Habitaré en ellos, y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
¿Andan dos hombres juntos si no se han puesto de acuerdo?
Ap. 4:8 Sal.22:3 Ex.3:5,6 Is.40:25; 43:3,11 I P.1:15,16 I Co.6:19 II Co.6:16 Am.3:3